Creo que no encajo aquí, me refugio en mis poemas y súbitamente ella me besa, me aleja de la congregación, me promete la luna, se desnuda, me desnuda.
Creo que me iré, dormiré y espero soñar con ella.
A ti, aquella con un nombre que no recuerdo.
Es impresionante como somos los humanos,
tendemos a recordar momentos de antaño
como los mejores, los que nunca olvidaremos
y los que en verdad nos marcaron.
Valoramos increíblemente momentos plasmados
en papel como cartas, como fotos, como tinta.
Momentos que no son más que pixeles que se agrupan
para hacer a nuestro cerebro creer que podemos pisar el pasado
que el agua salada que emana de nuestros ojos al verlos,
está justificada por la nostalgia.
Somos amantes del pasado,
seres con memorias aprensivas,
animales con recuerdos como combustible.
Vivimos hoy con inercia,
soñamos mañana con incertidumbre
y recordamos ayer con lágrimas.
Sabemos que no podemos desprendernos,
que gracias a la memoria evolucionamos,
pero no notamos también,
que gracias a ella frecuentemente colapsamos.
Por eso vivo hoy como el olvido,
como un momento perecedero
que se perderá en la infinidad del tiempo.
Vivo hoy como quiero recordarlo,
como recuerdo el tiempo que he abonado.
Porque sé que hoy,
Pronto será pasado.
Despertó con los ojos enmudecidos
Con palabras de amor
Escritas con sudor sobre la piel
Extraña tu olor
Tu piel
Tu calor y tus besos.
No comprende porque huiste
No sabe ni quien fuiste
Sobrecarga su mente
Intentado recordar tu nombre
El color de tus ojos y de tu cabello
El sonido de tu voz
La frustración lo envuelve
Derrama lágrimas matutinas
Ríe al darse cuenta que fue solo un sueño
Que fuiste solo un sueño.
Después despierto yo
Tomo posesión sobre mi cuerpo
Y vivo todo el día pensando
¿Quién es ese que usa mi cuerpo por las mañanas?
¿Quién es ese que llora mis lágrimas?
Pero sobre todo
¿Quién eres tú?