Cuando el plástico debajo de una piel creada bajo un estándar geométrico y genéticamente alterado te crea alteraciones hormonales, el deseo se ha vuelto un producto económico, el amor se convirtió en un delirio y la vida se ha vuelto tan monótona que intencionalmente te drogas con tu propia imaginación por no recurrir a los químicos.
Especialmente dedicado a mi gran amigo Rodolfo Balderas.
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